EL ORIENTAL
PERIODICO LITERARIO, MERCANTIL, ECONOMICO Y DE NOTICIAS
HOLGUIN 5 de Noviembre de 1862
Año 1. No. 18
Miércoles, San Zacarías, profeta.
¿QUÉ HARÉ?
Un lustro tiene el niño,
Un lustro más un mes,
Y forma ya letras
Y sabe ya leer.
Conoce de memoria
A Fleury y a Claret,
Y corta bien el habla
De Lope y de Valdés.
Declama en el Liceo
Alguna que otra vez,
Y cantos populares
Repite más de cien.
Aplauden mis amigos
Sus versos con placer,
Y yo lo aplaudo a solas
Do nunca me oiga él.
Y mientras que dibuja
Con yeso en la pared
Y mil figuras forma
Con pasta de papel;
En Dios mis ojos ijos
Metido en su niñez,
Medito en el mañana
Y pienso en lo que haré.
¿Qué haré?, me digo a solas,
¿Qué haré para su bien?
¿Qué suerte habrá en el mundo?
¿Qué senda le abriré?...
Si aquí en el aula magna
Se nutre de saber,
El lauro de la gloria
Jamás verá en su sien.
Pues para ser letrado
Y médico de prez,
Preciso es ir a Francia
Para tornar después,
Y hacer rodar un coche,
Un tilbury o cupé
Tirados por caballos
Comprados a un inglés.
Si quiere ser poeta
Perece de hambre y sed,
Que en Cuba los talentos
Se apagan al nacer.
Si le dedico a sastre
El niño no es francés,
Y si a pintor, lo mismo
Y si a escultor también.
Franceses o italianos
Los genios deben ser
Que en Cuba está de moda
Lo que de estrangís es.
Y ¡oh Dios! En mi conflicto
¿Qué haré, qué haré, qué haré?
¿A dónde irá mi ángel?,
¿A dónde irá a tener?
Los campos de mi Cuba
Ofrecen rica miés
Al hombre laborioso
Que en ella pone el pié.
¡Oh Dios! Ya me parece
Que encuentro el almo bien,
El logro apreciable
De arar para coger!...
Sentencia pronunciada
Allá sobre el Edén
Por el Eterno labio
Del padre de Israel.
Más no, que se me ocurre
Que opónese a esa ley,
El sórdido egoísmo
Del rico en su avidez.
Los fértiles terrenos
Del índico vergel
Tesoros son guardados
Aquí para después,
Que el siglo en su adelanto
Aumenta su valer;
Y si un axioma es esto,
¿Qué haré, qué haré, qué haré?
No tengo yo caudales
Para comprar su bien,
Ni es práctica del mundo
Seguir la eterna ley
Que hizo que con sangre
Y con sudor también,
La tierra abriera el hombre
Para su pan coger.
Si espero que repartan
Sus propiedades cien,
Los ricos a los pobres
Jamas lo lograré.
Las bellas teorías
Las mata la avidez.
El siglo es egoísta,
¿Qué haré, qué haré, qué haré?
Ya sé lo que me manda
El Dios de la niñez,
El Dios de mi cariño,
Mi paternal querer.
Y debo señalarle
La senda de honradez
Por donde fueron muchos
En busca de su laurel.
La senda que siguieron
Para encontrar su bien
Los hombres que aún existen
En la memoria fiel
De siglo de más densa
Y oscura lobreguez
Que el siglo en que vivimos
De estúpido interés.
Que estudie el hijo mio,
Que aprenda a conocer
Lo bello y lo especioso
El negro mal y el bien.
Que adquiera ese elemento
Del racional poder,
Que siga su esperanza
Que llore más después.
Que ría tras un sueño
Y en mágico vaivén
Camine y que tropiece
Y caiga sin querer,
Y se levante súbito
Triunfando de una vez
Con solo un pensamiento
Que brote de su cien.
Y asombre al mundo entero
Valiéndole un laurel,
Que arranque a su alma pura
Cien lágrimas y cien,
De gratitud sublime,
De patriotismo fiel
Rendidas a su padre
Y al ángel de su bien.
Felipe L. de Briñas.
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