EL ORIENTAL
PERIODICO LITERARIO, MERCANTIL, ECONOMICO Y DE NOTICIAS
HOLGUIN 23 de enero de 1863
Año 1. No. 54
La época actual, en medio de su tan cacareada civilización, adolece entre otros de un defecto grande, capital; defecto indigno de nuestra nunca bien ponderada cultura, porque, dígase lo que se quiera decir, la intolerancia es más bien señal de retroceso que de progreso.
Debíamos, pues, tolerar lo que Dios tolera, decía el gran Fenelón, y así es la verdad, ¿quién más intolerante que el mismo hombre? Dios, sin embargo lo tolera. Este defecto es fácil de extinguirlo según pensamos porque siendo la intolerancia hija legítima del espíritu de pandillaje, claro está que concluyendo con este ha de concluirse precisamente aquella. En todos los pueblos existen partidos más o menos grandes de intolerantes cuyo fin es tolerar lo malo que ellos mismos hacen y desprestigiar lo bueno de los demás; pero estas partidas se hacen más visibles en los pueblos chicos, porque como todos nos conocemos, sabemos las vidas y milagros de todos, así es que las grandes acciones, esas que llevan en sí el sello de la más pura nobleza, son censuradas y desprestigiadas, porque lo que se quiere es que no haya nada bueno, porque manifestando constantemente esta incalificable opinión, se hace creer al vulgo que la bondad está muy lejos de aquí.
E. A.
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