Varias
veces nos hemos ocupado a la ligera del disgusto que muestra una gran parte del
pueblo de Holguín ante el proceder del Sr. Arzobispo de Santiago de Cuba de
imponer al cura, señor Fernández Lestón en el cargo de Vicario de esta ciudad,
cargo que con muy buen sentido se pidió para el ilustrado, querido y virtuoso
sacerdote dominicano, Ldo. Rafael C. Castellanos.
Como se ve
la resolución del prelado a que nos referimos no ha dado los resultados que
esperábamos, pues a pesar de conocer el proceder incorrecto, irrespetuoso y
grosero de Fernández Lestón y de ser este un cubanófilo furibundo, lo nombró
vicario en propiedad de Holguín y su jurisdicción para vengarse así de las
señoras y señoritas que le devolvieron las credenciales de profesoras de
Doctrina cuando le dirigieron una petición a favor del Padre Castellanos y
aquel, el Arzobispo, ni siquiera por cortesía se dignó a contestar a tan
razonado cuanto respetuoso escrito.
Hemos dicho
que el nombramiento de Fernández Lestón ha dado los resultados que eran de
esperarse, porque el referido cura jamás se ha portado con la corrección que le
impone su misión, pues aparte de sus ademanes y actos groseros, según se dice,
ha dado patadas a varios niños y dicho palabras desde la sagrada cátedra que, a
la verdad, si hubiéramos estado presentes no se habría quedado eso sin el
correctivo que merece todo aquel que falta al respeto y consideración de un
pueblo culto.
Por eso la
noche del jueves último y en momentos de celebrarse las Flores de Mayo ocurrió
el choque entre Fernández Lestón y nuestro Director[i],
de cuyo acto haremos historia.
Sabido es
que desde que nuestro Director emprendió la campaña para que Lestón no fuera
nombrado vicario, este se mostró su enemigo personal, como también de los 103
padres de familia que firmaron la instancia contra su nombramiento y a favor
del Padre Castellanos. Ese ha sido el motivo del choque, y por eso el tantas
veces citado Lestón se creyó con derecho a expulsar del templo a nuestro
Director y a pedir que se le prendiera bajo su responsabilidad como si
estuviéramos en la época de Don Felipe II.
Y a la
verdad que no nos ha chocado tanto lo del cubanófago cura, como el proceder de
su mandadero Luís Fuentes y Fuentes, hijo de Holguín y fanático, al extremo de creer
que los sacerdotes no se les puede
llamar al orden como a otro ciudadano que olvide sus deberes para con la
sociedad.
Dicho
mandadero pretendió, como su amo y señor, que nuestro Director fuera detenido
por la Policía,
y tanto alteró el orden hasta que hizo que los concurrentes abandonaran el
local, no sin la protesta de una juventud digna que allí se encontraba y que no
está dispuesta a tolerar que nuestras vírgenes sigan presenciando ademanes
groseros, ni oyendo palabras descompuestas, pronunciadas por pecadores que van
cubiertos bajo el traje de ministros de Jesucristo.
El Eco de Holguín, miércoles 18.05.1907
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