Bien
claro se ve que el Gobierno no está dispuesto a facilitar metálico para la
constitución de Juntas protectoras del trabajo, ni para la fundación de Bancos
de Crédito que auxilien a nuestros hacendados en la reconstrucción de la riqueza
pecuaria. El Gobierno entiende que esos problemas deben ser resueltos por la
iniciativa particular y nosotros, aunque inconformes de todo punto con ese modo
de pensar del Estado, dirigiremos desde hoy todos nuestros esfuerzos a obtener
de los capitalistas del Distrito que faciliten el dinero necesario para atender
a la más urgente de nuestras necesidades, esto es, la importación de doscientas
yuntas de bueyes para distribuirlas en los campos. Nuestros capitalistas están
en el deber de no hacerse sordos a este llamamiento y desatar el nudo de la
bolsa en obsequio de la clase más sufrida de Cuba, de la que más sangre ha
derramado defendiendo la
Independencia. Corta es la relación de los
hombres de dinero en el Distrito, pero moderado es también el servicio que se
exige. Con dieciocho o veinte mil pesos se adquieren doscientas yuntas. ¿Y
estamos tan pobres que no pueda reunirse tan exigua suma en Holguín, Gibara,
Banes, Samá y santa Lucía?
Desplegando
celo, energía y buena voluntad, en un mes puede quedar cubierto el empastito de
los veinte mil y funcionando la
Junta protectora.
(Al
apuntar la idea el periódico, dice, cuenta con la palabra y asentimiento de
importantes comerciantes de Gibara y Holguín, por eso, dice, seguirá el
periódico en el empeño).
(…)
¡Si
triunfamos en el empeño, este será el de mayor aprecio para nosotros, si
salimos derrotados diremos que los ricos del Distrito de Holguín son los
hombres más pobres de la isla de Cuba!
La Opinión, 06.02.1900
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