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domingo, 2 de abril de 2023

La esclavitud es contraria al desarrollo de la agricultura

 

EL ORIENTAL

PERIODICO LITERARIO, MERCANTIL, ECONOMICO Y DE NOTICIAS
HOLGUIN, 14 de Agosto de 1863. Viernes.
Año 2do. Núm. 34


Hay en las bases de organización del trabajo agrícola entre nosotros un mal grave, cuyas trascendentales consecuencias vienen a perjudicar, más o menos directamente, la expansión y el desarrollo del cultivo en pequeño. El cultivo en nuestros campos está envilecido y difícil es que mientras permanezca organizado de la manera actual, permita al elemento libre e inteligente entrar en competencia con él. Todas las tareas, todas las operaciones de nuestra industria agrícola se desempeña, no por hombres, no por personas que tengan conciencia de lo que hacen y que estén poseídos de un interés individual en hacerlo bien, sino por esclavos, esto es, por autómatas que se levantan cuando son llamados, salen al campo cuando se les ordena y ejecutan en él lo que les previene otro tan inteligente como ellos mismos, pero todo con pereza, todo con estupidez, todo sin estímulo y lo que es peor, todo al influjo único y exclusivamente del temor que les ocasiona el contra mayoral, a quien procuran hacer creer que trabajan, sin embargo de que también procuran trabajar lo menos posible.

He aquí el único sistema a que la industria agrícola de la isla de Cuba debe su aparente prosperidad y fomento. No se da un solo paso en nuestras fincas de campo con relación a los trabajos que en ellas se hacen, sin que cueste, no como quiera la voz de mando, sino también la intervención personal de uno o más empleados, que estén vigilados ni que recibe órdenes e instrucciones para que las cumpla si no quiere sujetarse al castigo. Solo así se principian, se ejecutan y se terminan las faenas en nuestra agricultura, y solo así se consiguen los rendimientos que esta nos produce. No hay estimulo en el trabajador, no hay interés de ninguna clase en él. Haga bien o mal su tarea, la ración está segura: adelante o no el propietario su caudal, el trabajador siempre tendrá la misma suerte y con tal que evite el castigo que por cierto no siempre se evita, poco a nada le importa el resultado que tenga su trabajo.

Concíbese desde luego que este sistema está sujeto a inconvenientes de gran tamaño, pero n es nuestro objeto fijarnos en todos (deteriorado) hicimos mención, esto es, en el envilecimiento del trabajo. En (deteriorado) el cultivo en pequeño no se comprende sino favorecido por el elemento libre de nuestra población y protegido y fomentado por el interés, la laboriosidad y la inteligencia del trabajador. Allí tiene el hombre un ancho campo para ejercer su industria, allí puede principiar a construirse un capital, allí logrará, en fin, con su constancia y su energía, a alzarse sobre el nivel de los que quedan estacionados en la carretera del progreso y adelanto que está abierta ante la humanidad. Pero si el trabajo está envilecido, si está desempeñado de una manera estúpida, si no tiene, en fin, la remuneración que debe obtener, ¿cómo es posible que, sin grandes auxilios, y solo con sus propias fuerzas, se fomente el cultivo en (deteriorado)? ¿Qué trabajador libre, inteligente y activo querrá ocupar las mismas faenas que desempeñan brazos esclavos? ¿Puede concederse al trabajador libre una remuneración por sus servicios? –¿Y es posible, en fin, que los productos del trabajo libre sostengan competencia con los del esclavo, cuando vienen a desarrollarse mediante la inversión de gruesos (deteriorado) con la que se completa sin dejar esfera de (deteriorado) al elemento libre?

Todo esto nos indica por lo menos que los motivos por lo menos de los motivos por el cultivo en pequeño no ha de desarrollarse entre nosotros en competencia con el trabajo esclavo. Sin embargo, si alguno de nuestros inteligentes hacendados se dispusiese a emplear sus capitales en función del trabajo en pequeño y por hombres libres creemos que ese resultado sería de todo punto de beneficioso por favorecer una de las tendencias naturales de laboriosidad e inteligencia del hombre.

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