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viernes, 31 de marzo de 2023

El raciocinio humano, la imaginación y el egoísmo

 

EL ORIENTAL

PERIODICO LITERARIO, MERCANTIL, ECONOMICO Y DE NOTICIAS
Holguín, 8 de mayo de 1863
Año 1º. Núm. 97


Cuando no es el egoísmo el que preside a las acciones de los hombres, se ven los pueblos alzarse insensiblemente a donde la imaginación no es posible que se remonte, porque el hombre cuya emulación instintiva le hace desplegar las inapreciables dotes del raciocinio y la deducción tiende siempre, cuando le anima el espíritu público, a perfeccionar las obras que otros comenzaron.

Pero para lograr que las obras humanas adquieran el don de perpetuidad es necesario que descansen en los principios vivificadores de la equidad y la justicia, de la conveniencia general y del beneficio procomunal. Ya no tenemos, gracias al progreso de la humanidad, que se repita entre nosotros el dicho de San Gregorio cuando al expirar, exclamó: “Muero desterrado, porque amé sobre la tierra la Justicia y me proclamé contra el vicio”. No, la antorcha de la ilustración ilumina los ámbitos de la tierra, y en todos los ramos del saber humano descuellan hombres eminentes que dejando atrás las muchas medianías que pueblan la tierra, hallan protección en los gobiernos y en los particulares amantes de las glorias de su país.

La imaginación del hombre se anonada ante el abismo insondable de la Providencia; pero abriguemos plena confianza ante los designios de esa misma Providencia y trabajemos con asidua constancia y llevemos todos nuestros óbolos al admirable templo de la civilización, para que nuestros hijos, hallando expeditas las puertas que conducen al engrandecimiento de los pueblos, se encaminen con paso resuelto y decidida fe al perfeccionamiento de la sociedad, que es el afán dominante de las sociedades modernas.

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