Mucho se ha
ocupado la prensa de la nación del resultado de los
últimos
exámenes. Nosotros ya lo dijimos en nuestro artículo “El principio del fin”, no
vemos que por el camino emprendido se vaya a ninguna parte, lejos de eso, al
desconcierto, que es el que invade hoy todo lo existente.
Hablar de
exámenes de maestros y aspirantes al magisterio es como decir: vamos a las
elecciones, donde se saca triunfante al que se quiere, aunque esté muy lejos de
ser el candidato que se necesita o el que goza de simpatías entre los que
aparecen depositando sus sufragios.
Valiera más
que la Secretaría
de Instrucción Pública no perdiera el tiempo en dar órdenes y expedir
certificados y que ordenara a las Juntas de Educación el nombramiento de
Maestros, sin títulos, que pudieran responder a las necesidades de un pueblo
que necesita educadores, no ganapanes.
Entre esos
centenares de maestros desaprobados hay muchos, como hay entre los aprobados,
que no necesitan que se les examine para saber que tienen aptitud suficiente para
el desempeño de su función.
El Eco de Holguín. 16.07.1902
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