Los
repetidos escándalos que a diario se registran en la ciudad, con su apéndice de
disparos y puñaladas, amén de escandalosas orgías con notable detrimento de la
moral y buenas costumbres de nuestra sociedad, reconocen como única causa la
prostitución clandestina que se tolera, barrenando las disposiciones que
encausan una buena marcha en el orden social a que hasta ahora estábamos
acostumbrados y cuya ausencia se viene notando por negligencia, apatía o
indiferencia de los llamados a llenar cumplidamente sus deberes, ignorantes,
tal vez, del grave peligro a que se expone la incauta juventud, que ávida de
placeres, corre desasentada a esos centros de corrupción para legar a las
familias en nuevas generaciones, la sífilis, veneno que corroe el organismo
hasta degenerar en asquerosa lepra.
Esa
tolerancia fue motivo de disparos de armas de fuego que llevó a la cárcel a
Ramón Coira hace poco; esa misma tolerancia hizo ha, culminara con cinco
puñaladas que a Coira fueron inferidas en plena calle; esa tolerancia es margen
para que nos visiten de otros pueblos, prostitutas cuyo estado sanitario se
desconoce y que importan el virus blenorrágico y sifilítico, cuyos casos no son
desconocidos; esa tolerancia injustificada ha sido causa eficiente de la
incoación de expedientes y procesos en nuestros juzgados, de los que no siempre
han salido bien librados empleados de policía, fieles cumplidores de su deber,
honrados ciudadanos con limpia ejecutoria dentro del orden social y de
moralidad probada en el decurso de su vida; esa tolerancia es caudal de
licenciosos escándalos en que meretrices escandalosas poseen nuestras calles y
parques en coches abiertos, insultando a nuestras damas y profiriendo frases en
que demuestran la impunidad de sus actos, como esta: “Menocal en Chaparra y
Cleo en Holguín”, sin que haya quien ponga coto a tan sangriento apóstrofe,
asqueroso salivazo a la sociedad.
El Jefe
Local de Sanidad ha solicitado autorización al efecto para el señalamiento del
perímetro para la zona de tolerancia y su voz se ha perdido en el vacío. Ha
reiterado sus escritos y el mismo resultado.
El Jefe de la Guardia Rural se ha dirigido a
las autoridades y a los llamados a refrenar el mal; han hecho oídos sordos de
mercader.
Hay una
disyuntiva: o se establece la zona de tolerancia con un inspector y servicio
sanitario o se arrojan fuera de la ciudad esas mesalinas que tan triste
espectáculo ofrecen.
El Liberal, miércoles 07.08.1912
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