Sres.
Delegados: Un humilde hijo del pueblo, un dignísimo compatriota vuestro, con
una limpia hoja de servicios por nuestra sagrada causa de la independencia y
con la frente erguida, os pide en nombre del porvenir de la patria adorada, no
dejéis de consignar en la
Constitución la base esenciadísima e importante de que los
ferrocarriles en la Isla
infortunada hasta ayer, hayan de ser desde el momento en que disfrute de la
dicha inapreciable de su soberanía, propiedad del Estado.
No confiéis
a las nuevas leyes que se legislen ese importantísimo y primordial asunto,
porque eso sería criminal.
Pensad en
lo que sería el esqueleto de un cuerpo humano entregado a manos extranjeras
para darle carne, para darle sangre, para darle vida y ahí tendréis el
ferrocarril central de nuestro desgraciado país, absorbido, como están ya los
construidos en Las Villas, Matanzas y Vuelta Abajo por codiciosos ingleses que
hoy causan el asco universal ante el mundo civilizado en sus desmedidas y
crueles ambiciones del Trasvaal.
Mirad en
ese ejemplo nuestros futuros destinos si no salváis al menos de la codicia
extranjera nuestros ferrocarriles cubanos.
Si accedéis
a mi justa petición, Dios os premie, si no accedéis, que Cuba os perdone todo
el daño que le hacéis y la historia juzgue vuestra maldad.
Antonio
Masferrer
Capitán del
Ejército Mambí
El Eco de Holguín. Miércoles, 02.01.1901
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