Noticias
que recibimos de varios barrios rurales nos hacen saber que hay quien o quienes
se ocupan de propalar noticias de probables revueltas políticas en el país.
Esta propaganda, que lo mismo puede ser obra de personas visionarias, pero
también de gente enemiga del trabajo o de aquellos que en los famosos tiempos
de la colonia esgrimían esa arma para que nuestros tímidos campesinos les
vendieran a cualquier precio sus cosechas y animales, es tan perjudicial, así
en sentido políticos como económico, que nos hace retroceder más de lo que
pueden imaginar aquellos de quienes parte, pues si bien es cierto que la
inmensa mayoría del país rechaza la guerra y no pone oídos a lo que se dice,
hay quienes no salen de sus chozas campestres y por eso mismo creen todo lo que
allí se les cuenta.
En cuanto a
revoluciones ya lo hemos dicho más de una vez: la historia de estas se ha
cerrado en Cuba con la de 1895. ya aquí no hay contra quien pelear, pues todo
lo hemos de conseguir por los medios pacíficos, haciendo ver a nuestros tutores
que somos modelo de hombres libres que solo pensamos en el trabajo honrado, por
medio del cual hemos de llegar a conseguir todas las libertades y franquicias a
que tenemos derecho, nunca apelando a la violencia.
Por otra
parte: contados son los hombres que habiendo tomado parte en la última
contienda todo el tiempo que duró esta, no se encuentren hoy dedicados al
trabajo, ya sea en las artes, en las ciencias, en la agricultura y el comercio.
Es este, sin dudas, el mejor mentís que se le puede dar a los malévolos propagandistas,
toda vez que el hombre que un día y otro se le ve dedicado al trabajo y al
engrandecimiento moral y material del pueblo donde ha nacido o habita, non
puede, no, en manera alguna, pensar en otra cosa que en el bienestar general,
que es el suyo propio, labrando así un florido porvenir para esta hermosa
tierra.
El Eco de Holguín, 14.03.1900
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